domingo, 25 de julio de 2010

Negación rotunda

A veces es mejor cerrar los ojos y mirar para otro lado. La mayoría de las veces eso no funciona de nada. He decidido radicalizar lo que antes sólo estaba teóricamente radicalizado. He decidido negarme en rotundo a lo que no me apetece, decir adiós muy buenas cuando no tenga ganas de seguir una conversación, incluso levantar la voz cuando el nervio me pueda. Y no pienso pedir perdón por hacerlo siempre y cuando tenga razón. Hoy sé que la tengo, y no tengo ninguna duda. Así que hoy, desués de haber levantado la voz cuando tuve razón, después de decir adiós muy buenas por no seguir una conversación, me niego en rotundo. Es lo que más me apetece, negarme. Luego, ya veremos qué es lo que toca venir. De momento, me niego, y seguiré negándome a menos de que pase algo que todos sabemos que no va a pasar.

jueves, 15 de julio de 2010

Víspera de expectativas

He pensado que tal vez la mejor opción para llevar bien esta vida sea el pesimismo, pero el pesimismo concienciado. No ese que algunos eligen para llevar sus vidas al desastre y tener una razón por la que decir "Sabía que esto pasaría". No ese otro que te empuja a que, aunque las cosas vayan bien, exactamente al revés de como habías pensado, cambien radicalmente de dirección para acabar siendo un desastre previamente anunciado. Tampoco el que te hace creer que las estrellas se han alineado en el firmamento para destrozar tus planes.
El pesimismo concienciado es en el que piensas cuando cabe la mínima posibilidad de que las cosas salgan mal. Y lo harán. Pero siempre albergando la pequeña esperanza de que no ocurra así. El pesimismo concienciado es el que hace que abras los ojos cada mañana diciéndote a ti mismo lo horrible que puede llegar a ser el día, pero que cuando te miras al espejo te hace pensar "es posible que no sea tan malo". El pesimismo concienciado es el que, por mucho que te convenzas a ti mismo de que no va a salir bien, te permite disfrutar del camino. Eso sí, eliminando por completo el peor momento: la víspera de expectativas.
Si no esperas gran cosa, no hay tantas cosas que puedan fallar. Es lo peor de todo el proceso, que dejas de esperar actos que seguramente, te harían el camino mucho más sencillo. Está claro que ninguna opción es 100% sana. Pero después de haber aprendido a volar sin alas, es duro pensar que tienes que dejar de pensar que los demás también pueden hacerlo.