
Hemos creado un nuevo estado de ánimo. El que fluye, el que viene, se vuelve, se queda, desaparece y vuelve a posarse. El de la felicidad con tristeza, el del sí y el no. Cuando aparece y se empañan los cristales, no tiene rendija por donde escapar. Sólo hay que airear, dejar que entre la vida, que salga, que se forme un equilibrio que podemos decir que hemos creado nosotros mismos. Entonces, poco a poco, el cristal se desempaña o se rompe; lo mejor es esperar a ver cómo reaccionan las leyes de la física.